El
profesor Jordán parte del principio de que la España y Europa de hoy es diversa
y el reto debe ser entendernos, comprendernos y dialogar, lo contrario nos
llevaría a situaciones que hoy nos
espantan.
Carmen
Feltrér opina que la diversidad cultural aporta riqueza pero también implica
dificultades. La educación es un instrumento de ayuda pero tiene un límite por
lo que debe ser la sociedad en su conjunto la que actúe. Los niños no tienen
rechazo social porque no se han socializado, luego empiezan a ver a los
“diferentes” según los valores de su entorno. En cifras dice que Llíria con
24.000 habitantes tiene 80 nacionalidades (sin contar etnias, que son
identidades culturales)
Rafa
Benítez parte del concepto de
“inmigrante” que mucha gente ve peyorativo, relacionándolo con temas como
delincuencia o terrorismo. Defiende la escuela pública de Llíria por ser “muy
rica” y confirma para los niños no existe el otro, sino amigos y compañeros de
clase. Llíria es multiétnica y ese debe ser un componente de la política: se
requiere un Pacto Cultural Común, respetando los valores de convivencia de la
sociedad de acogida.
Ricardo
Torres se centra en los “espacios de representación” del pueblo gitano tanto a
nivel colectivo (transmisión de generación a generación) como individual (los
testimonios). Hace un estudio sobre diferentes espacios de representación desde
los años 40 en Llíria a través de los libros de fiestas de San Miguel, llegando
a la conclusión de que estos espacios no
son claros y naturales sino móviles y culturales. Asi desaparecen Santa Bárbara
o La Sangre, pero a partir de 1975 aparecen la “Ascoaiciones” y la asociación
gitana “Adonay” desde 1995. Después reflexiona en torno a estos espacios en las
relaciones entre cultura dominante y cultura minoritaria hallando un resultado
final positivos, en torno a los elementos de autoestima, valoración de la
diferencia cultural (“l’altre” de Joan Fuester) y la integración de las
diferentes identidades.
Hassan
habla sobre todo de la inmigración marroquí y sobre la creencia ciudadana de
que algo no funciona bien con la inmigración, moviéndose entre la solidaridad y
el miedo a lo diferente. Los inmigrantes ya no piensan en retornar sino en
reagrupar a sus familias. Los marroquíes sufren un rechazo de gran calado
social por la memoria colectiva de las luchas pasadas. La mezquita es el
espacio social por excelencia, allí encuentra socialización y refugio en busca
de referentes y deja de ser “el moro”. Está demostrado científicamente que
cuanta mayor diversidad en las aulas, mayor éxito y riqueza social, como en las
“comunidades de aprendizaje”. La Ley de Extranjería no ayuda porque en vez de
resolver problemas complica la situación de los inmigrantes, no es posible la
integración con ciudadanos de diferentes categorías. El Observatorio del
Racismo en 2005 (antes de la Crisis) establecía un índice de rechazo a la
inmigración del 37%. Según los informes de la Oficina Internacional de
Migraciones, la crisis ha potenciado la imagen del inmigrante como un
“excedente” del que hay que deshacerse.
Entre
todos hemos de desmontar los prejuicios para fomentar la integración. Llíria es
multicultural y puede ser intercultural con una integración en tres niveles:
gobierno municipal, ciudadanos autóctonos e inmigrantes, con sus diferentes
corresponsabilidades. Por otra parte, tiene que que haber un reconocimiento de
derechos (sanidad y educación) y deberes: la sociedad democrática no se puede
cuestionar. Deben crearse programas de integración social y espacios de
encuentro intercultural según el modelo de “cosmovisión” que propone Adela
Cortina.
La
minoría debe integrarse pero la integración concierne al conjunto de la
sociedad y debe ser mutua, dinámica y bilateral. Las organizaciones de inmigrantes
deben ser dinámicas y contrainformar. Debe haber un pacto político entre los
partido para no hacer un uso político de la inmigración. Se reclama la creación
de espacios y técnicos. Los partidos deben afiliar a inmigrantes y tener en
cuenta sus opiniones y no solo en elecciones. Los Derechos Humanos no son
regateables y deben prevalecer sobre la cultura.
Los ponentes.
Los asistentes.
Con autoridades y EPA